jueves, 11 de agosto de 2011

¿Y ahora...?


Es imposible, no puede ser, no es así. Algo incomprensible para mí.  Sé que, si ahora mismo dejo mi hogar para ir a visitarte, vas a estar ahí. Si si, tenés que estar ahí, yo te lo prometí, tengo que ir… tengo que ir a cocinarte las milanesas que vos me enseñaste a hacer. Tengo que ir a visitarte, por todas las veces que lo postergué, las veces que no lo hice, por una u otra razón, o por ninguna…
Antes no entendía de qué se trataba esa expresión que utiliza la gente de vez en cuando, en los momentos en que les ocurre una desgracia: “No caigo”, hasta que te fuiste. “Te fuiste”. Es mentira eso, no es cierto, me resulta increíble saber que no te voy a volver a ver, a escuchar, a sentir.
No tenías que irte, ¿y ahora? ¿Cómo hago para pedirte perdón, por los momentos en los que me alejé de vos, sin razón? ¿Tengo que ir ahora a tu casa? Decime qué hago, necesito una respuesta. ¿De qué forma puedo deshacerme de tanto dolor? Te dedico mis buenos logros, mis esfuerzos, mis ganas de progresar en lo que me propongo… decime qué querés, yo te lo doy… pero no me dejes así, por favor…
Varias personas sostienen, al ocurrirles algo desagradable, “hay que verle el lado positivo”. Bien, agradezco tener mucha gente con la que puedo contar en estos momentos, que me ofrece su hombro en los cuales reposar por lo menos por un rato, la extensa carga que trajo el haberte perdido en estos instantes, en los que todo permanecía tan oscuro para vos… para todos; gente que me seca las pocas lágrimas que me permití derramar, y no es que no me salga hacerlo, es que mis padres, mi hermana, mi familia, deben, necesitan verme bien. Tengo que ser fuerte, nadie me va a ver caer. Estoy bien.
Jamás pensé que iba a presenciar tan temprano esto. Verte ahí, sin color, sin expresión, sin vida. Y aún así, no pudiendo creer que nunca más iba a escuchar esa risa contagiosa y estruendosa, lejos de entender que no volvería a sentir tus “pica pica”, los que tanto nos gustaban a tus nietos; siéndome tan difícil en ese momento, comprender que no volveríamos a jugar dados ni juegos de mesa juntas, mientras me contabas tus interesantes anécdotas y me hablabas de cuando eras chica, de tu vida, de tus cosas, me enseñabas tanto ¡cuánto sabías! Aún sin haber tenido una vida universitaria…; sintiéndome incapaz de darme cuenta que no íbamos a pasar más navidades juntas, ir al parque del sur a juntar cosas secas, para luego hacer adornos; llegar a tu casa esas nochebuenas de todos los años y ver la mesa prolijamente acomodada, todo preparado, y después recibir los regalos, que, aunque infantiles, bonitos y con mucho amor. Las tardes en San Jerónimo, pocas pero lindas, que compartimos… todos recuerdos, que van a estar en mi cabeza, para siempre.
Cuánto me cuesta decir que son recuerdos, imágenes en mi memoria, que se van a conservar tan frescas como las de mi tío Beto, quien debe estar con vos en este momento, si es que ya llegaste adonde el está. Mandale mis saludos, decile que todavía lo extraño y me hace falta, cuando lo veas. Y, seguro, allá te vas a encontrar con Dios Padre, por favor decile que tengo un deseo, si puede cumplírmelo: que vos seas plenamente feliz allá, y puedas encontrar tranquilidad y paz, dos cosas que difícilmente puede tener un hombre aca en la Tierra. En esta vida, todos te vamos a extrañar, a todos nos vas a hacer falta. Pero ya lo sabemos, esto no es un “chau” definitivo sino un “nos vemos, más tarde, cuando Dios así lo quiera”.
Ah… me olvidaba, la última vez que hablamos por teléfono, y no te devolví el “te quiero” fue porque sinceramente no entendía nada, ni caía de que lo que me estabas diciendo era que realmente te querías ir de este mundo. Así que, te lo digo ahora: Yo también te quiero, y te voy a extrañar.

martes, 12 de abril de 2011

Todo sigue igual

Esto fue escrito el 18/02 de este año. Lo encontré en la carpeta "documentos", y volví a leerlo. En mis recuerdos apareció la imagen de mi misma, en una noche de verano, acostada en la cama mirando el techo, escuchando música de mi mp5 con la cabeza saturada de pensamientos de Esa persona, y unas ganas terribles de descargar la confusión de sentimientos de la que me había apropiado, sin saber muy bien de qué manera. Me acordé de la mezcla rara de sensaciones que tenía ese día, positivas y negativas, todas fusionadas, que ahora que lo pienso puedo decir que estropearon mi juicio por un lapso de una semana, o más. Si. Totalmente estupidizada. Aca va un texto que hice durante esa semana, que ayudó a descargarme y engloba PARTE de las cosas que pasaban por mi cabeza en ese momento.

Todo sigue igual


   Un gran signo de pregunta se está dibujando ahora en mis habituales pensamientos. Algo de forma totalmente inesperada armó una gran revolución en mi cabeza, y una mezcla de sensaciones que nunca había sentido antes se apodera de mi. No seas débil Pilar, sabés que no tenés que dejarte llevar por esto, sólo fue un beso, sólo fuiste una más del montón. ¡Entendelo!
   El fastidio que me provoca el no haber estado totalmente consciente en esos instantes en los que estaba logrando lo que desde hace meses vengo esperando, es insoportablemente profundo y se instaló dentro mío como un constante agobio que ensucia los pocos, pero lindos y satisfactorios recuerdos que tengo sobre ese momento. Mágico para mi. Simple e insignificante para vos.
   Y ahora la rutina, todo vuelve a ser como antes. No hay pistas de lo sucedido.
   Nunca fui tan buena para disimular las cosas pero hay algo adentro mío que dice que tengo que hacerlo; estoy obligada a fingir delante de todos, excepto mis amigos, que nunca pasó nada entre nosotros. Pero también me siento forzada a disfrazar delante tuyo la confusión y el caos que provocaste en mi cabeza. "No siento nada por vos, no provocás nada en mi, sos uno más del montón". Esa es la actitud que voy a tomar, la persona que se supone que soy para vos de ahora en más.  Y no te creas que es tan fácil ¿eh? No, para nada. Me muero de ganas de mirarte sin disimulación porque solía hacerlo y me encantaba, pero en vez de eso, me limito a hacer mis cosas como corresponde. Me muero de ganas de contarte lo bien que me sentí cuando fui el motivo de una de las pocas sonrisas que vi salir de tu boca, de decirte que tus besos fueron los que más disfruté a pesar del estado en el que estaba, y que a tus abrazos los guardo en mi como recuerdos imborrables, que al refrescarlos me dan alegría. Pero en vez de eso, todo sigue igual.
   Ya me la veía venir. Estaba advertida por nuestros amigos en común de tu forma de ser, y advertida por mi misma de que ibas a seguir siendo como antes conmigo, me lo repetí mil veces. No me alcanzaría ni mil y una para hacérmelo entender. 




Hoy, 12/04/2011, por suerte, puedo controlar mis emociones, tanto exterior como interiormente.
Y si comparo mi situación de ahora, con la de ese momento, se podría comprobar hasta científicamente que estoy mucho más segura de lo que quiero ahora que antes. Ojo, no significa que sea bueno (tampoco malo), ni que lo vaya a lograr (o que si).
Sé muchas más cosas ahora de las que conocía antes, y me di cuenta de que en varias me equivoqué. En otras, las hipótesis de mi "intuición femenina" no fallaron. Lo único que puedo decir es que las cosas cambiaron, y, afortunadamente, para bien.


Hoy... no "todo sigue igual"


miércoles, 6 de abril de 2011

Me hacés falta

Hay momentos de mi vida, tiempos libres, en los cuales se me hace necesario pensar en mí. Sólo en mi. Embarcarme hacia las zonas más remotas de mi interior, encontrarme con aquellas cosas ocultas por mi misma en lo más profundo de mi conciencia, de las cuales a veces me olvido que existen. Ese olvido, tan importante para mi, el que me sirve para vivir con felicidad, pero con una felicidad que de algún modo es superficial. Una felicidad que encubre vacíos.
Creo que todos tenemos vacíos, algunos más, otros menos. 
Cada persona es un rompecabezas, formado por piezas que poseen diferentes niveles de importancia. Si una se pierde, la imagen del puzzle se ve incompleta, y más imperfecta aún se halla si esa pieza estaba ubicada en el corazón del rompecabezas... La pregunta es: ¿cómo reponerla? si era única...
La superficialidad es una solución no válida. Es el "querer reponer esa pieza con otra imaginaria": cuando nos dimos cuenta de eso... esa pieza nunca existió, fue sólo una fantasía creada por nosotros mismos, en ese sentimiento de insuficiencia, y que nos engañó, para darnos un placer momentáneo. Y la falta vuelve... trayendo acompañada nuestra necesidad de volver a crearnos otra pieza falsa, o a veces somos tan ingenuos que imaginamos la misma, "tal vez ahora funciona".
Nos encontramos ante un juego permanente en el que ideamos diferentes piezas con las cuales restituir el vacío generado por esa parte tan significativa de la que carecemos. Pero cada vez que caemos en la cuenta de que esa pieza era inexistente... una lluvia de sentimientos negativos se apodera de nosotros, porque nos encandilamos con esa ilusión de haber superado esa falta, y al final... ¿y al final?
Pero así como todos, en mayor o menor medida, tenemos vacíos, también debemos poseer una verdadera forma de reponerlo. Y, precisamente, como cada persona es un mundo distinto, cada uno debe tener su propia manera de completar ese espacio interior, diferente a la de los demás. Algunos la encontraron, otros aún no. Hay gente que goza de una felicidad plena, que no depende de nada superficial. 

Espero alguna vez lograrlo, encontrar mi forma de superar tu falta... tío Beto.


Gracias por darnos todo lo que nos diste, gracias por haber sido la persona que fuiste, gracias por haberme brindado un amor infinito. Gracias por haberme hecho de verdad feliz! Toda mi vida te voy a recordar con esa imagen tuya, siempre alegre! Perdon que me ponga triste, es que a veces se me hace inevitable extrañarte... fuiste una persona única y jamás te voy a olvidar. Te amo siempre tío!

martes, 5 de abril de 2011

Hallarnos a nosotros mismos

"No importa nada saber que en este juego de la vida contamos con sentimiento de todo tipo, porque para hallarnos a nosotros mismos primero debemos perdernos. El asunto es que somos aún frágiles, vulnerables, asustadizos y es muy fácil herirnos los unos a los otros y hacernos sufrir, pero es igualmente sencillo curarnos, con la misma mano que nos lastimamos. Depende de cómo estamos:
Si cada día vemos el mundo de un modo diferente, nuevo, e invertimos en el cambio que es lo mismo que invertir en la vida, nos adaptamos, enfrentando constantemente los obstáculos y ésa es la alegría de vivir. Una vez que estamos inmersos en ese proceso, de llegar a ser nosotros mismos, no podremos detenernos.
Pero la decisión de seguir el camino o de apartarnos de él, no puede ser producto del temor ni de la ambición. Preguntémonos lo siguiente: ¿tiene corazón este camino? Si tiene, es porque es bueno; de lo contrario no servirá para nada.
Lo más dificil que existe es ser lo que uno no es, y lo más fácil es ser lo que uno es, pero lo más complicado es ser lo que los demás quieren que seamos. No lo permitamos..."

Libro: Podemos juntar flores 2, Eugenia Renata.

lunes, 28 de marzo de 2011

Acto de masoquismo

"Todos somos tan omnipotentes que no comprendemos el hecho de no tener la capacidad de encantar a alguien, sino más bien, tenemos la debilidad de encantarnos con alguien. Por ende, no hay esfuerzo, acto o demostración que pueda causar un impacto impensado en la otra persona. Es decir que si a una persona no le interesamos, por más que nos tiremos de parapente y caigamos en el jardín de su casa, nada cambiará. Sin embargo, las personas creen que si desaparecen o no dan rastros de vida, la gente que nos interesa comenzará a vernos de otra manera y a pensar que somos interesantes.

Si nos ponemos a pensar, esto no es más que un acto de masoquismo, ya que la otra persona no nos pretende por quien somos realmente, sino que se trata de un juego de ego en el cual no tolera el hecho de que no nos estemos tirando encima, suplicándole que nos dé bola. Algo totalmente enfermo y de lo cual nada bueno puede salir, ya que desde el primer momento está instaurada una competencia enferma en la que el que finalmente demuestre interés en el otro será el perdedor."

Así que todo termina siendo muy superficial y frívolo, debido a que uno debe encarnar un papel como si fuese actor, en vez de ser como realmente es. Es cierto, el misterio puede generar cierta atracción en el otro. Pero tarde o temprano debemos ser nosotros mismos, si es que pretendemos mantener una relación, y es allí adonde
nuestra estrategia falla y se cae la estantería.


Revista Oh lala - comunidad de mujeres. Por: Agustín Aguirre

Qué interesante...

domingo, 27 de marzo de 2011

Psicología de palabras

Hoy en el almuerzo me sorprendí de mi misma.
Es increíble cómo la psicología de nuestros pensamientos se ve reflejada hasta en la más mínima actitud, en la más mínima palabra. Está bien, entiendo que uno no puede psicoanalizarse a sí mismo, pero hay veces en las que es inevitable no dar crédito a lo que pensamos que nuestros sentimientos quieren hacer entender o manifestar con las conductas que tenemos, y las palabras con las que nos manejamos. Todas tienen un porqué, todas tienen una historia detrás.
Para mi, tener los "brazos abiertos" es estar disponible a que una persona entre en mi vida, que sea parte de ella sintiéndome confortada con esa idea, y a la vez hacerla sentir cómoda conmigo a esa persona. Abrirle los brazos, abrirme a ella. Siendo más específica, lo relaciono más al aspecto amoroso, a la figura masculina que me acompañe.

Situación: (Sentada en la mesa, cortando el pollo con el cuchillo, mi mamá sentada al lado mío)
Mamá: Podés cerrar los brazos?
Yo: Estoy cortando, ya los cierro mamá. Si casi nunca tengo los brazos abiertos...


"Si casi nunca tengo los brazos abiertos..."


Lo dije refiriéndome a que casi nunca corto la carne ocupando mucho espacio por abrir mis brazos (de hecho, me parece una mala educación) sino que sólo lo hice por esa vez. Pero nunca entendí porqué lo dije de esa manera, porqué hablé asi.Y mi cabeza quedó enganchada con lo último que dije... toda la comida estuve pensando en eso.
Esto se llama "tratar de entenderme a mi misma".
¿será cierto?

Mucha gente exige entenderme...
Pilar: ¿Qué querés? Yo también quiero entenderte.

sábado, 26 de marzo de 2011

Mi propia trampa - Andrés Calamaro

Hoy caí en mi propia trampa
probé mi propia medicina
me acerqué demasiado al sol
y mis alas se quemaron y caí
a mi tampoco me gusta tu novio
lo siento si soy tan franco
soy varón y sólo me lo banco
pero mis alas se quemaron y perdí
pero...
hoy las cartas me tocaron buenas
pero no supe ganar la partida
yo te hubiera entregado mi vida
pero mis alas se quemaron y caí
todos están celebrando
y yo me quedo pensando
apenas estoy aprendiendo a volar
y ya mis alas se quemaron y caí
y ya...
creo que me caigo del cielo
y pierdo el instinto camino
la vida me puso delante un caramelo
y mis alas se quemaron y ya fuí
hoy no me comí la empanada
tenía todo y me quedé sin nada
y de pronto tuve una revelación
voy a escribirlo todo en una canción
me acerqué a ese farol demasiado
y mis alas se quemaron y caí
pero...
soy muy sensible a la belleza
que no distingo el corazón y la cabeza
me acerqué mucho al sol y no lo ví
y mis alas se quemaron y caí
prefiero solamente un beso tuyo
antes que el amor de mil hombres
es el beso que núnca te dí
cuando mis alas se quemaron y caí
cuando...
cuando mis alas se quemaron y caí

viernes, 25 de marzo de 2011

La pelota no se mancha

   Este es un "relato testimonial" que habla del mundial del '76 junto con la dictadura de ese momento, que hice junto con una amiga, Melisa Ferreira, y ya que lo encontré y estamos en 25 de marzo, decidí publicarlo.
   
LA PELOTA NO SE MANCHA


Prólogo

"Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha" fueron las palabras usadas por Diego Maradona tras el partido despedida tan esperado por él durante cuatro años, que tuvo lugar el 10 de noviembre del año 2001.

   Considerado como uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol y consiguiendo importantes logros en su deporte tanto en la Selección Argentina como en los clubes en los cuales jugaba, muchas veces su carrera futbolística fue afectada por su adicción a las drogas. Es por eso que, en uno de los momentos más importantes de su vida "El diez" pudo aceptar sus errores frente a la gran tribuna que lloraba desesperadamente de la emoción, finalizando su conmovedor discurso con esta frase que todos actualmente recuerdan, y que pudo mostrar el respeto que tiene el ex jugador por este deporte.

   El fútbol y el gobierno son dos caras en la sociedad argentina que se consideran muy importantes y se interrelacionan.

   En el año 1978 esta relación se pudo demostrar cuando el mundial, realizado en Argentina, se pudo utilizar como una pantalla para cubrir los problemas que el gobierno acarreaba.

Fase Uno


Me levanté temprano, preparé un café para vencer el frío de esa mañana del 12 de junio y esperé frente al televisor a que llegaran mis amigas. Timbre. Bajé con mi bandera a cuestas y más abrigo que sueño. Después de recorrer y recorrer las calles, por fin encontramos un bar en la esquina de San Martín y Cortada Falucho, casi a 5 minutos de empezar el partido. Nigeria-Argentina. Antes de que el contador del primer tiempo arranque, me detuve a ver mi alrededor: chicos, padres, ancianos, jóvenes, todos argentinos (e incluso, nos acompañaban algunos extranjeros), todos con la celeste y blanca presente; banderas, rostros pintados, camisetas, vuvuzelas, tambores, cantos, discusiones futbolísticas, radios. Todos unidos por una misma pasión. En ese momento, las diferencias las dejábamos de lado y durante 90 minutos todos deseábamos lo mismo: ver a la Argentina campeón.

 Y ese hermoso gol de cabeza de Heinze a los 6 minutos del comienzo nos clasificó a la siguiente ronda. Abrazos y festejos se sorteaban no solo en el bar, sino en toda la república. De eso mismo hablo, sentimiento compartido. Era tanta la euforia del triunfo, que Santa Fe se reunió a descargarla entre cánticos y saltos en Boulevard y Rivadavia, cortando calles, tirando bombas y flameando banderas.

 Llegué a mi casa y entre mis papeles encontré un viejo (relativamente viejo) libro de historia argentina, de la escuela. Lo hojeé, sólo por curiosidad. Por casualidad y causalidad, entre aquellas hojas que pasé, leí algunos títulos que llamaron a mi atención. Títulos que fusionaban la historia con el fútbol; títulos que, finalmente, vinculaban la última de nuestras dictaduras, del año 1976, con el siguiente mundial a esa fecha, el del ’78. ¿Justo ahora abrí ese libro? Historia nunca fue (y nunca será) mi materia preferida, pero sea lo que sea que me haya llevado a ese libro, despertó en mí dudas.

 Yo, Pilar Fernández, en el año 2010 y desde mi postura, vivía el mundial en un mundo total y absolutamente apartado de la política y el gobierno. ¿Cómo habrá sido en aquella época ser adolescente, y saber (o no) que mientras cantabas los goles argentinos, había gente que desaparecía, que estaba siendo torturada, ultrajada de su tranquilidad?

 La verdad, escuché bastantes cosas acerca de ese gobierno de facto. Acumulé durante estos años de aprendizaje algo de información necesaria para afirmar que agradezco no haber vivido aquellos años de disturbio nacional. Y sí, escuché alguna vez (no recuerdo cuando ni cuantas veces) relacionarse ese mundial con el aberrante golpe de estado, pero nunca me había provocado tanta intriga y tantas preguntas como ahora, a partir de la apertura de ese libro.

 Aquel manual escolar no saciaba por completo mi curiosidad y decidí remitirme a una fuente inagotable de información: Internet. Con solo poner dictadura del 76, la cantidad de páginas relacionadas fueron incontables. Pero no era exactamente lo que buscaba; algo sabía de ella. Quería encontrar algo, alguien que me dijera como algo tan limpio, tan simple, y generador de tantas alegrías como es nuestro deporte nacional del corazón, el fútbol, podía ser ensuciado, manchado, por la corrupción de las autoridades de aquel período, que abarcó desde el 24 de marzo de 1976 (aunque el miedo e inestabilidad ya se sentían quizás anteriormente), hasta la desdichada Guerra de Malvinas, que constituyó la finalización del mismo en 1983. Entre varios textos que leí, el siguiente fragmento logró ser uno de los primeros que capte mi atención: “La sociedad comenzó a dejar de callar, y así , unidos contra los represores, y de la mano de Raúl Alfonsín, quien dirigía al sector opositor, organizaron una protesta por la falta de información sobre las Malvinas. Lograron instalar el tema en la opinión pública, y a los represores ya no les resultó tan sencillo poder organizarse. Habían perdido credibilidad y la gente intentaba revelarse”[1].   Este pequeño párrafo me llevó directamente a asociar dicha unión contra las fuerzas militares y la mentira, con la unión que se produce en la sociedad al momento del mundial. Probablemente mi conclusión sea muy mínima al lado de la cantidad de entrelazos que hubo (y sigue habiendo) entre la política y el fútbol.


Fase Dos


   El deporte es un ámbito que siempre me interesó, mientras que la política toda mi vida ocupó un lugar minúsculo en mi cabeza.

    Al dirigir mi atención en el libro de historia que aquella vez tanto despertó mi curiosidad, no pude evitar pensar que mis padres, tan jóvenes en aquella época, disfrutaron la espera del mundial de una manera muy tranquila e inocente, ignorando una realidad verdaderamente aterradora.

    Pero, mientras mi mente estaba concentrada en la información de aquel manual, pude analizar que la situación de nuestros padres no difería demasiado de la de mucha gente mayor en aquel tiempo: mientras muchos argentinos fueron torturados, muertos y desaparecidos, la inmensa mayoría esperaba ansiosamente “la fiesta de todos”. Así es como llamó la dictadura al famoso mundial del cual tantos recuerdos se guardan y tantos secretos se esconden actualmente, “La fiesta de todos”.

   Estaba pensando en ello y repentinamente una pregunta asaltó mi curiosidad: Esa selección ¿Iba a jugar para los militares o para la alegría del pueblo?

   El mundial del ’78 se acercaba, y veinticinco millones de argentinos creían que ese fútbol, dotador de destreza a los rincones más remotos del planeta, podía fortalecer su prestigio quedándose con el trofeo mayor.

   Sin embargo, y mientras tanto, gran cantidad de militares ideaban su estrategia propagandística con el pernicioso objetivo de engañar a la multitud.

    Un artículo que había sido publicado en el diario por esas fechas estaba citado en una de las páginas del libro: “El triunfo final de la selección argentina en el Mundial de Fútbol ha supuesto que la Junta Militar que dirige el Gral. Videla haya cubierto con creces los objetivos que se propuso al emprender la organización del campeonato. Durante 25 días, los problemas del país argentino han pasado a un segundo plano y el título mundial conseguido por su selección los mantendrá oculto por más tiempo aún.” Del Diario “El país” en junio de 1978.[2]

   Videla, ese apellido quedó dando vueltas en mi cabeza. Seguramente ya lo había escuchado antes, pero no estaba informada lo suficiente sobre aquel hombre.

  Necesitaba conocer sobre él, indagar sobre la situación en ese momento. Volví al índice y leí varios títulos relacionados con esa época. Busqué alguno que incluyera el apellido de aquel general y pude encontrar bastantes.

   Al leer lo que decía cada texto, supe que Jorge Rafael Videla fue

el presidente de este país desde 1976 durante cinco años, habiendo destituido a la presidenta constitucional de ese momento, Isabel Perón.

    Este general designó a un hombre para gestionar la economía en conveniencia con los objetivos que se proponía: contener la inflación, detener la especulación y estimular las inversiones extranjeras.

    Lo que pude leer es que durante este período, la deuda empresaria y las deudas externas pública y privada se duplicaron. La deuda privada pronto se estatizó, cercenando aún más la capacidad de regulación estatal. La Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea compondrían el futuro gobierno con igual participación.

   Fue entonces como, con ese clima económico, la Junta Militar (la que, entre otros, lo designó como presidente de facto) impuso el terrorismo de Estado, que se empeñó en destruir toda forma de participación popular.

   Y así, se inició el proceso autoritario más sangriento de la historia de la Argentina.

    El régimen militar puso en marcha un castigo despiadado sobre todas las fuerzas democráticas: políticas, sociales y sindicales, con el fin de someter a la población mediante el terror de Estado para instaurar pánico en la población y así imponer su autoridad, sin que nadie omita opinión en desacuerdo. Nadie podía expresar su disconformidad, nadie podía pensar diferente.

    Qué injusto. Todo aquel que se oponía era asesinado, secuestrado y torturado o “desaparecido” como lo fueron -según este libro de fuentes seguras- estudiantes, sindicalistas, intelectuales, profesionales. Mientras tanto, otros se exiliaban. También había un plan para la apropiación de niños. ¡Qué infierno sufrió esta gente!

¡Qué infortunio vivir en ese momento!

    Entre las líneas que me informaban de tan pavorosos hechos, encontré otro nombre que llamó mi atención: López Rega.

Buscando información sobre él, como ya lo había hecho con Videla, supe que este hombre lideró una organización conocida como Triple A, la cual apoyaba al ejército “simbólicamente”, pero que en realidad lo que buscaba era tomar el poder enemigo y político cuando acabase esta revolución. Las siglas AAA significaban Alianza Anticomunista Argentina y fue la organización más importante que tenía apoyo político y participación directa en la formación militar.

    Había lugares destinados a torturar y asesinar personas, llamados campos de detención, con nombres como la ESMA, el Vesubio, El Garage Olimpo, El Pozo de Banfield o La Perla. Eran una especie de laboratorios que se usaban para interrogar a las personas. Se dividían en zonas: en una se dedicaba a la tortura y en otra se hallaban los secuestrados.

    Leer todo esto me dio jaquecas. ¿Porqué aprovechar para tapar semejante infierno con un deporte como el fútbol?

    Tal vez, mientras muchos se juntaban entre amigos a festejar el triunfo de nuestra selección en el partido de Argentina-Francia, muchas personas fueron tiradas desde un avión hacia un río, o mientras un relator contaba el sexto gol de Leopoldo Luque a Perú, se capturaban niños para su venta o se los abandonaba en instituciones.

   Es algo difícil de creer, pero es una verdad que persigue a mucha gente que hoy en día guarda en sí misma la amargura de una pérdida, y que lucha por la justicia que se negaba en aquel momento.

    Nunca pensé que iba a decir esto, pero después de todo lo que leí creo que me gusta aprender sobre la historia argentina. Es por eso que pienso seguir con esta tan interesante investigación, que trata un tema que es muy inquietante para tanta gente en la actualidad…


Tercer Puesto


        Esa noche fui a dormirme con la cabeza a punto de estallar, no callaba. Ahora me encontraba un casillero más allá, tenía ya acumulada tanta información, tantas fechas, tantos números, tanto nombre dando vuelta en mi mente. Hasta el momento me informé un poco más sobre la política de aquel entonces. Antes mi conocimiento acerca de la dictadura del 76 era muy débil; los datos estaban sueltos en mí y logré hilarlos gracias a esa curiosidad despertada por mi manual.

Sin embargo, soy una persona que no se conforma con lo poco. A medida que encontraba textos y me iba empapando y adentrando un poco más en la historia, nuevas intrigas iban invadiéndome. Pero no me sentía del todo satisfecha, y no lograba comprender por qué.

 A la mañana siguiente, me desperté y parecía que el tema había dormido a la par mío y, a la vez, amanecido también conmigo. Sí, apenas pude recuperarme y despertar mi cabeza, comencé a pensar nuevamente en todo lo que había leído. En el desayuno, no hablaba. Mi mamá se extrañó y me pregunto que problema me acongojaba. No era un problema (para mí y en este momento, lo fue hace 30 años para todos los argentinos), y le expliqué mi particular investigación, lo más detallada posible que podía a las 7 de la mañana. Se sintió orgullosa de que me interesase sobre nuestra historia, nuestro pasado, “Somos hoy gracias a lo que fuimos en un pasado. La historia nos forma y es importantísimo que la conozcas, para intentar aprender de ella y no volver a cometer los mismos errores”. Esa frase la guardé en mi memoria, porque sabía que al final de toda esta serie de indagaciones y dudas, me daría un pié para poder armar mi propia conclusión. Por aquella intuición que caracteriza tanto a las madres, o por lo menos a la mía, consiguió darse cuenta de que muchas preguntas me quedaban por responder. Luego de una intensa conversación que no habrá durado más que cinco minutos, anotó en un papel dos números de teléfono: “El primero, te resultará un poco más familiar, es el de tu tío. El puede contarte un poco mejor su historia personal de esa época. El otro, es el teléfono de una amiga  de tu abuela, muy querida en la familia. Yo recién estos últimos años logré tener una relación un poco más estrecha; ella te puede contar lo que sintió como madre, como esposa, como tía, y vivió esta realidad más cercana que yo, al igual que tu tío. Yo te los dejo. Podes llamarlos y quizás ellos puedan responderte esas preguntas que tenés dando vueltas en esa cabecita”. Me abrazó, me dio un beso y me despedí de ella para irme a la escuela.

 El asunto me acompañaba a todos lados. Aunque fuera inconscientemente, estaba en mí. Ya se había tornado una especie de obsesión, como la mayoría de mis curiosidades. Mi madre me ofreció lo que buscaba, sin saber qué era realmente. Aquellos textos encontrados en libros, en internet, podían brindarme una información un tanto fría para mi gusto. Yo necesitaba escuchar salir de la propia boca de las víctimas, de los protagonistas de esta novela lamentablemente real.

 Cuando llegué a la escuela, pensé compartir mi pequeña obsesión con algunas de mis amigas, y una, Melisa, se halló tan interesada como yo; y así, le propuse unirse conmigo.

Cerca de las tres de la tarde, tomé el papel que contenía los números de mi tío y de aquella amiga de la familia, y me decidí a llamar. Tres de la tarde, no. Era un horario un poco incómodo para interrumpir una siesta posiblemente. Lo dejé a un costado del teléfono y me fui a seguir con mi vida. Había descuidado un poco mis demás tareas. Además, mañana jugaba Argentina contra Corea del Sur. Mañana, 17 de junio de 2010.

 Casi siendo las siete de la tarde, colgué el teléfono. Arreglé con mi tío ir al día siguiente a comer después del partido de Argentina para que me cuente todo lo que vivió, todo lo que sabe. Quería saber detalles y escuchar su propia experiencia, su vivencia. Luego llamé a la amiga de mi abuela y, encantada, me invito a tomar el té. Mi día ya estaba organizado y estaba dispuesta a enriquecer mis conocimientos con palabras cercanas.

 El viernes por la tarde, con mi cabeza llena de cosas nuevas por contar, de experiencias reales, de vivencias, llamé a Melisa y nos juntamos a tomar unos mates en una plaza que queda a una cuadra de mi casa.

 No nos demoramos demasiado en comenzar a hablar del tema, las dos estamos interesadas en él. No sabía por donde empezar, pero me ganó de mano y lo primero que me preguntó fue si alguno de los dos, si mi tío o la amiga de mi abuela, habían sido secuestrados. Afortunadamente, la respuesta era no. Gracias a Dios, ambos pudieron “safar” de esos horrorosos episodios. Sin más demoras, me dispuse a contarle todo: nosotras podemos disfrutar nuestra adolescencia tranquilamente, sin tantos límites absurdos y con libertad de expresión. ¡Qué más hubieran querido los jóvenes en aquel tiempo, que disfrutar de esta etapa de la misma forma! Lo primero que me aclaró mi tío, fue que los menores, como vos y yo, no podían estar en la calle después de 12 y si no cumplían esto, se los llevaban a la comisaría. Además tenías que andar con el documento siempre encima.

La libertad de opinión y expresión eran una utopía. La política era un tema que mejor no tocar. Cualquier indicio que los militares observaran, que estuviera en contraposición a su política, era motivo para llevarte detenido; fueras o no inocente. Muchísimos de los desaparecidos, secuestrados, torturados y matados, eran personas desligadas a los subversivos y a temas políticos.

Lo peor, es que la sociedad vivía en una burbuja. No se tenía conciencia plena de lo que estaba ocurriendo. Es más, mi tío me contó que muchas cosas se supieron varios años más tarde al Golpe de estado. “Había cosas que mejor no saberlas”[3] me dijo.

Me describió detalles aberrantes de las formas de tortura. Realmente, inhumanos. Ahora puedo entender cómo había gente que no tenía idea de la situación que estaban transcurriendo.

Mi amiga no interrumpió demasiado mi relato. Estaba impactada con los detalles que le estaba narrando.

Mi tío vivió en carne propia el miedo de ser detenido, secuestrado, desaparecido. Pero haber entablado una charla con la amiga de mi abuela, amplió mi panorama. Nunca había pensado detenidamente en la familia de esos jóvenes (y no tan jóvenes) que desaparecieron. El punto de vista de su relato fue totalmente distinto. Sus palabras se remontaron a los sentimientos de esa época, como si hubiéramos viajado en el tiempo por esas tres horas que duró el té. En esas tres horas, me olvidé del triunfo 4 a 1 de Argentina esa mañana. Me concentré absolutamente en aquella historia que me narraba con tanta frescura en los detalles. Ella vivió un temor, no sé si más grande, pero, en algún punto, más desesperante. Convivir día a día con el miedo a que la persona que más amas en el mundo, un hijo o hija, sea desgarrado de tus brazos y quizás (lamentablemente, lo más probable) no regrese nunca más. Encontrarse en la postura de no poder hacer nada, más que aconsejarles que se cuiden, que estén alertas. “Pero el corazón joven es inquieto y curioso, o no conoce aún, la crueldad humana”[4]. Esa frase retumbó en mi mente y fue la que más precisa me quedó.


La Final


    Hasta recién sólo estuve investigando sobre la situación de argentina en el momento del mundial, ahora quería saber de qué manera se fue organizando el campeonato.

    Busqué una página en Internet que hablaba de la organización del mundial y supe que comenzó en el gobierno de Perón, en 1974. Un decreto del 12 de mayo ordenó la formación de la llamada Comisión de Apoyo al mundial, que estaba a cargo de autorizar las compras que se requerían para la disposición y el arreglo del campeonato. Pero esto sólo funcionó hasta el golpe de Estado en el gobierno de Isabel Perón, en donde Rafael Videla reemplazó la Comisión de Apoyo al Mundial por el Ente Autárquico Mundial ’78. El EAM ’78 invirtió más de lo que se había estimado en la remodelación de tres estadios, para mayor comodidad de los jugadores y de los hinchas, y la construcción de otros tres. La gente pudo ver los partidos a color en el canal 7 del Estado gracias a la inversión de más de 60 millones de dólares en la renovación tecnológica de dicho canal.

    Luego de saber cómo se organizaba el mundial en ese aspecto, me empeñé en buscar el sistema de eliminación que se utilizaba en aquella época para el juego. Pude hacer una comparación: en la actualidad los equipos que se seleccionan son treinta y dos, y la disposición de los partidos consta de dos fases: una fase en la que se pueden distinguir grupos desde la A a la H, con cuatro equipos cada uno; y otra fase constituida por los octavos de final, cuartos de final, semifinal, tercer puesto y, por último, la final. A partir de un fixture que encontró mi padre, perteneciente al mundial del ’78, advertí que tan sólo eran dieciséis los equipos que quedaban adentro para jugar. En este viejo documento pude también distinguir que el sistema de eliminación de la competencia futbolística contaba con una primera ronda con cuatro grupos clasificatorios, donde los dos primeros de cada uno quedaban para la segunda fase, en la que se definían los dos finalistas. Ciertamente, diferente a lo que es ahora.

   Desde el primero hasta el 25 de junio duró el mundial en cuestión. Se jugaron treinta y ocho partidos. En la primera fase nuestra selección jugó en el estadio de River: el primer partido, contra Hungría, el segundo contra Francia y el tercero contra Italia. En los dos primeros nuestro país salió victorioso, mientras que en el último Italia venció a nuestro equipo por 1 a 0 con un gol del italiano Bettega.

   Un amigo de mi abuelo, Jorge González contó que estuvo presente aquel 2 de junio en el estadio Monumental, en donde tuvo lugar el primer partido, el de Argentina-Hungría.

   Él tenía en ese momento 37 años. Dijo que el estadio estaba repleto de gente que cantaba sin parar esperando ver ganar su equipo: banderas celeste y blanca de un lado; roja, blanca y verde del otro.

   Recordó que el himno de Hungría se escuchó primero, el equipo opuesto cantó con emoción. Luego, la fuerza de las voces argentinas al cantar el suyo impidió que el himno se escuchara con claridad. A los diez minutos de empezar el partido, un jugador de Hungría marcó un gol, pero esto no detuvo el aliento de los argentinos. Los cantos esperanzados de la hinchada del equipo local ayudaron a que, pasados cinco minutos del festejo de los húngaros, Leopoldo Luque metiera el primer gol empatando el partido. Todos lo cantaron con alegría festejando la igualdad de resultado en los equipos.

   A los treinta y ocho minutos del segundo tiempo, Ricardo Bertoni marca un segundo punto. La unión de todas las voces eufóricas argentinas en un grito de gol inundó todo el estadio. Jorge González dijo que no había visto ni escuchado semejante cosa en toda su vida, y que lo vivió como una increíble experiencia que guardaría en su memoria para siempre.

    El segundo partido contó mi abuelo que lo vio por televisión y que fue también muy emocionante. Casi cuando estaba por terminar el primer tiempo, Daniel Passarella metió un gol que hizo empezar victorioso el partido para nuestra selección. Recordó que a los quince minutos del segundo tiempo, Francia empató nuestro equipo, pero que, pasados aproximadamente quince minutos de aquel gol

contrario, Leopoldo Luque metió un gol sorpresivo desde mitad de cancha, que llevó al partido hacia el triunfo. Y el tercero, contra Italia, perdimos, pero nuestro equipo ya estaba dentro de la segunda fase.

   Observando el fixture viejo, vi que siguieron tres partidos, entre ellos uno contra Perú, al cual le ganamos 6 a 0. ¿Tanta diferencia? Quise saber algo sobre ese partido, ya había escuchado comentarios de que fue muy sospechoso…

    Buscando información sobre el mismo, supe cómo era la situación: Argentina necesitaba ganar por cuatro goles de diferencia para clasificar a la final. De no ser así, Brasil disputaría el título con Holanda. Antes del partido, Menotti dio su charla técnica a diez de los jugadores a puerta cerrada y sin el arquero. Tal y como me temía: no ganamos el partido limpiamente. Fue todo parte de un plan de gobierno, que consistió en comprar el partido a cambio de 35 toneladas de trigo que entregaría a Perú después.

   Recordé las palabras de Jorge, que encontró el primer partido como una “increíble experiencia”, y de mi abuelo que disfrutó con placer de ver los partidos televisados. Esto quedó en mi mente dando vueltas… Y, buscando en los archivos de información en mi cabeza sobre las circunstancias de aquellos tiempos, pensé que si muchos argentinos lo vivieron como ellos, esto era una evidencia de que gran parte del país en ese momento no estaba al tanto de lo que pasaba, o lo vivía de una manera superficial. Y así era: la emoción y agitación que había en la gran mayoría del país después del triunfo de casi todos los partidos de la selección argentina hizo que las terribles tragedias pasaran desapercibidas.

   El terrorismo de Estado se volvía una práctica tan cotidiana como el fútbol, y muchas personas desesperadas por algún desaparecido o por la injusticia de la muerte de un familiar, esperaban que Menotti dijera algo. Pero no, y él también hizo política con su silencio.

Todo tiene un final

    Después de tantas averiguaciones, de haber leído información en cantidades, de escuchar las historias de los protagonistas del 76, de tener una idea más profunda que al principio de toda esta investigación, me senté frente a mi computadora; y en lugar de utilizarla como un medio de distracción y dispersión, me decidí por volcar en un papel virtual, mis propias conclusiones con respecto a esta historia que comenzó hace 34 años y afortunadamente tuvo su fin con la Guerra de las Malvinas, que fueron, son y seguirán siendo argentinas.

Mi primer conclusión, y está a la vista, es que el fútbol, ese deporte tan nuestro, fue “ensuciado” (o al menos eso intentaron) y utilizado por un gobierno que lo único que trajo aparejado fue represión, miedo, violencia y masacre.  Y no sólo invadió con imposiciones dicho deporte; además de utilizar el mundial como pantalla que contrarrestaba sus acciones, impuso sus fuerzas en los medios locales y el ámbito publicitario, reprimiendo cualquier tipo de libertad de opinión y expresión. Los medios de comunicación hicieron posible la creación y el mantenimiento de esa burbuja creada por el Estado, en la que la sociedad se encontrada sumergida. Mientras parte de la población era sustraída de sus derechos y violentada de las formas más inhumanas jamás pensadas desde el holocausto, la otra ignoraba los hechos que a su alrededor acontecían, hipnotizada por el Mundial, que convivía con el horror de la dictadura. El seleccionado argentino le dio una gran victoria al gobierno de facto, y el terrorismo de Estado pudo seguir su curso con tranquilidad.

     La violencia y la deshumanización fueron las protagonistas durante esos 7 años de corrupción, terrorismo y represión, junto con los más de 30.000 desaparecidos, las muertes y los dictadores.

      Mi segunda y última conclusión: nunca más. Esta frase podrá ser muy trillada en relación al tema que aquí estoy tratando; pero la misma sintetiza, creo yo, el anhelo y pensamiento de todos los argentinos. Creo también, que tanto subversivos como dictadores, inocentes y culpables, ajenos y protagonistas, desean que esto no vuelva suceder en nuestro país. De la historia aprendemos y de ella nos formamos. Que este gravísimo error sirva solamente para nunca más ser cometido, aunque no es necesario equivocarse de semejante manera para saber que no se debe volver a tropezar con esta dolorosa piedra.
 
[1]  Fragmento extraído de una monografía titulada “Dictadura militar Argentina”, de la página www.monografías.com. Autor: Miguel Revainera.
[2] Extraído de la página http://www.me.gov.ar/efeme/24demarzo/dictadura.html
[3]  Fragmento de entrevista realizada a un familiar.
[4] Fragmento de entrevista realizada a una amiga de la familia.

jueves, 24 de marzo de 2011

Como una nena

Hoy es viernes, son las 1:37 am. y desde ayer estoy pensando en qué publicar.
Inicio/documentos, una lista de mil archivos de word. Entre ellos uno llamado "pensamientos". Mirá vos, no me acordaba que lo había guardado con ese nombre. Un texto escrito por mi en pleno verano. Qué nostalgia.
Al volverlo a leer, me di cuenta de cómo cambiaron las cosas desde ese momento a ahora, en un lapso de... menos de dos meses. Aca va



Como una nena

  Como una nena pienso en vos, con la esperanza de que algo emocionante suceda entre nosotros, cuando no cruzamos palabra alguna. Como una nena, tiemblo y me sonrojo cada vez que me saludás, como si no fuera algo normal. Como una nena busco excusas, para estar lo más cerca tuyo posible, mientras vos hacés tus cosas, serio, concentrado.
   Ignorancia. Es la mejor palabra que encuentro para definir esta situación, de tu parte, todo el tiempo de tu parte. No te das una idea de la manera que ocupaste mi cabeza en este tiempo tan insignificantemente diminuto. Cada uno de mis pensamientos, cada ámbito de mi vida, cada espacio de mi rutina diaria, todo está relacionado con tu persona. Siento una inevitable atracción hacia vos, extraña, exagerada.
   Me suelen decir "Le tenés ganas y nada más". Buenísimo, entonces quiero hacer una pregunta: una persona que le "tiene ganas" a otra, ¿le pasa todo lo que me pasa a mi? ¿piensa todo el tiempo en esa persona relacionando cada situación de su vida cotidiana con ella? No me entiendo, sinceramente. Me enganché con vos, una persona a la cual no conozco del todo. Y me pregunto "¿porqué?" mil veces en la mitad de mis pensamientos, qué tenés que me gustás así.
   Sos y a la vez no sos. Veo tanta seriedad junta en vos, y si hay algo que me gusta en las personas de mi sexo opuesto es que sonrían, que sean alegres, felices. Haría lo que sea para sacarte una sonrisa. Pero también sé que no te gusta lo serio, que sos alguien que no está de acuerdo con las relaciones estables. Está bien, cada uno piensa a su manera, tendrás motivos ¿o no? Más que seguro que si. Algo te debe haber pasado, me muero de la intriga por saber qué es.
   Tenés características que no me gusta que haya en los hombres, pero te queda bien ¿sabés? A mi me gustás así. Sin embargo me puse a pensar y, si hay algo que aprendí en mi vida es que las apariencias engañan. Me estoy dejando llevar por la imagen que me hice de vos con tu primera apariencia y voy a ser sincera, no me extraña. Siempre hago lo mismo. Pienso que sos serio pero ¿cómo puedo saber si eso es verdad? Tal vez al agarrar confianza sos lo más gracioso que existe. Sé que te disgustan las relaciones serias, pero ¿qué habrá detrás de ese pensamiento? Sé que tu mundo son las pesas y un equipo de fútbol. Te agarrás de eso constantemente y me interesaría saber qué es lo que no tenés adentro tuyo que necesitás llenarlo con ese tipo de cosas, vacías...
   Me baso en deducciones, tengo dudas, pura duda es lo mío. Me gustaría que se aclaren, me gustaría saber sobre vos. Hace unos días, en una de las tantas charlas que tuve con mis amigas sobre vos, pudimos con una de ellas llegar a la conclusión de que me gustaría conocerte. Y eso es lo que define mi estado en este momento: un interés profundo en saber tus verdaderos intereses, tus gustos, tus costumbres, tu vida. Soy una persona que se engancha fácil con el primer tonto que se le cruza. Eso siempre me pasa, pero esto nunca me pasó y no sé qué es lo que lo provocó.
   En quinto año hice un proyecto de investigación relacionado a "la química en el enamoramiento" y leyendo uno de los textos que publicamos en ese trabajo aprendí que  todos tenemos un mapa mental de cómo es físicamente y por dentro nuestra pareja ideal, de acuerdo a varios factores como pueden ser las experiencias, personas importantes, hechos que nos marcan la vida, y demás. Hay pocos hombres importantes en mi vida y me di cuenta de que te parecés bastante a uno de ellos en varias cosas, tal vez es por eso que tanto me atraés. Busco razones, motivos por los cuales despertás tanta inquietud dentro mío. Ahora que soy adolescente mi mayor deseo es volver a la infancia, tal vez me gusta tomar inconscientemente esa actitud de nenita al estar cerca tuyo. Tal vez sólo es psicológico.
   Todas son dudas. Busco respuestas, pero no las encuentro.


Terrible. Qué poco tiempo pasó y qué distinto está todo ahora...