domingo, 27 de marzo de 2011

Psicología de palabras

Hoy en el almuerzo me sorprendí de mi misma.
Es increíble cómo la psicología de nuestros pensamientos se ve reflejada hasta en la más mínima actitud, en la más mínima palabra. Está bien, entiendo que uno no puede psicoanalizarse a sí mismo, pero hay veces en las que es inevitable no dar crédito a lo que pensamos que nuestros sentimientos quieren hacer entender o manifestar con las conductas que tenemos, y las palabras con las que nos manejamos. Todas tienen un porqué, todas tienen una historia detrás.
Para mi, tener los "brazos abiertos" es estar disponible a que una persona entre en mi vida, que sea parte de ella sintiéndome confortada con esa idea, y a la vez hacerla sentir cómoda conmigo a esa persona. Abrirle los brazos, abrirme a ella. Siendo más específica, lo relaciono más al aspecto amoroso, a la figura masculina que me acompañe.

Situación: (Sentada en la mesa, cortando el pollo con el cuchillo, mi mamá sentada al lado mío)
Mamá: Podés cerrar los brazos?
Yo: Estoy cortando, ya los cierro mamá. Si casi nunca tengo los brazos abiertos...


"Si casi nunca tengo los brazos abiertos..."


Lo dije refiriéndome a que casi nunca corto la carne ocupando mucho espacio por abrir mis brazos (de hecho, me parece una mala educación) sino que sólo lo hice por esa vez. Pero nunca entendí porqué lo dije de esa manera, porqué hablé asi.Y mi cabeza quedó enganchada con lo último que dije... toda la comida estuve pensando en eso.
Esto se llama "tratar de entenderme a mi misma".
¿será cierto?

Mucha gente exige entenderme...
Pilar: ¿Qué querés? Yo también quiero entenderte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario